viernes, 21 de enero de 2011

Chester




Chester es como nuestro hijo.
Es un Golden Retriever, es como un osito-pony.

Al fin lo tenemos viviendo con nosotros en Guadalajara. Al principio se portó asombrosamente bien. No es el clásico perro que muerde los muebles y se hace pipí en la casa.
Todas las mañanas a las 9, va a empujarme con su trompita el brazo, para que lo lleve al parque.

Es un regalo tener a Chester viviendo con nosotros.
Ver cómo va aprendiendo cosas, cómo nos enseña a vivir inocentes como él y presentes todo el tiempo.
Es un recordatorio lindo y peludito del Amor incondicional.

Han cambiado algunas cosas, ahora salgo a caminar mínimo 2 veces al día con él, y han pasado otras tantas! Se me ha olvidado darle su comida a tiempo! Un dia se me olvidó él!! Qué bueno que no soy mamá! Qué tal que se me olvidara darle de comer a un hijo!!

Los sábados vamos a desayunar a un café que nos queda cerca del depa y tiene mesitas afuera.
Vamos con Chester. Al principio se quería sentar en la silla, después aprendió que se podía quedar en el piso y aparte le pedimos desayuno a él también. Una orden de salchichas a la parrilla para el perrito por favor.

Hasta hace como 3 o 4 días todo iba bien en el comportamiento de Chester, pero se le ocurrió bajar de la mesa de la cocina un tupperwear con pierna que mi suegra nos hizo y se la comió toda, después hice alitas y dejé las que le correspondían a Rama, bajó el plato de las alitas y se las comió, la última es que bajó de la barra de la cocina media papaya y se la llevó al sillón a mordisquearla. Cuando llegué tenía su trompita embarrada de papaya, hasta la nariz! No pudo ocultar el cuerpo del delito.

Por supuesto que lo regaño pero me pone unos ojitos que...bueno!
Vivir con Chester es una aventura que me encanta vivir!

Amo a Chester!!